Este concepto ha tomado mayor relevancia en los últimos 5 años, como resultado de las tendencias productivas que inciden en el desarrollo social, especialmente en relación con la denominada Revolución 4.0, o Revolución Digital; caracterizada por la convergencia de tecnologías más avanzadas, una sociedad hiperconectada y con la llegada súbita de la Inteligencia Artificial Generativa, de los desarrollos en tecnologías de redes como las conexiones 5G, del almacenamiento como las tecnologías de nube y por qué de las tendencias de los próximos años como la computación cuántica.

Quizá la transformación digital pueda estar asociada exclusivamente al desarrollo tecnológico. Sin embargo, lo reciente del concepto y lo turbulento y acelerado del desarrollo tecnológico en los años recientes podrían ser un factor para omitir la reflexión profunda que le permita a la institución tomar las decisiones correctas en el tema. Ante esta novedad, se requiere una sólida comprensión de los elementos centrales de la transformación digital y la lógica de sus conexiones, para evitar dar al traste con planes efectivos de transformación digital institucional (Gong & Ribiere, 2021).

Una transformación digital en una Universidad plantea la “necesidad” de transformaciones en el modelo académico y de gobernanza pues como lo indican (Mejia Delgado & Mejia Delgado, 2022), la innovación la eficiencia y la disrupción están desalineadas con las estrategias de las instituciones de educación superior en relación con la mejora de los aprendizajes con el uso de las tecnologías y en general con la acción sustantiva.

La incidencia en el modelo académico de una universidad debe verse reflejada en la generación de valor para los actores participantes y desde el punto de vista de gobernanza la TD implica transformaciones en las estructuras organizacionales, competencias, procesos, entre otras cosas que permitan un efecto positivo de la integración de las tecnologías digitales (Mejia Delgado & Mejia Delgado, 2022).

Como lo ha demostrado la literatura desde hace más de 20 años (Ertmer, 1999), la integración de tecnologías en la educación no está exenta de obstáculos. Barreras que parecieran contemporáneas, más bien han ido evolucionando. Por ejemplo, el acceso a la tecnología ha sido una barrera perenne en el esfuerzo del uso de las tecnologías en la Educación. Una transformación digital responsable, que no responda a tendencias comerciales, sino a que su integración realmente transformará el quehacer e impacto universitario en la sociedad requiere una atención de las barreras tanto históricas como las que plantea la tecnología y la sociedad moderna.

La reflexión de las ideas, el análisis y los productos resultantes en lo referente al impacto de la tecnología en la sociedad y en la educación como parte de ella no son una disciplina superpuesta a otras, serán más bien un espacio para comprenderla desde otras posiciones, dando lugar a un paraje interdisciplinario, por ejemplo; entre la tecnología, la filosofía, la educación (Aguilar Gordón, 2011) de tal forma que como institución constructora de conocimiento el proceso de transformación digital supere una perspectiva determinista en donde lo tecnológico se conciba como la solución única a los problemas sociales, sino más bien como un conjunto de posibilidades para mejorar las condiciones del ser humano (Rivera-Vargas & Lindín, 2018).